
El futuro de Ozzie Guillén como manager de los Medias Blancas de Chicago seguía en duda el viernes, cuando el equipo iniciaba su última serie de partidos como local en una temporada decepcionante.
Guillén quiere una renovación de contrato más allá del año que le queda en el acuerdo actual, 2012, pero esa intención y su mala relación con el gerente general Ken Williams podría significar el final de sus ocho años en la caseta de los Medias Blancas.
Cuando le preguntaron si otorgaría la renovación en caso que él fuera el dueño del equipo, el venezolano respondió sin vueltas: "No".
Entonces, ¿por qué busca una?, fue la siguiente consulta.
"Esperen un minuto, (el presidente estadounidense Barack) Obama pidió una renovación, yo debería pedir una", dijo. "Obama pide cuatro años más, creo que siempre golpeas la puerta para ver qué te dan. Es todo lo que hice. No digo que deban dármelo o no, pero mi tarea es asegurarme de pedirlo".
Pero el locuaz piloto dijo que ya está cansado de hablar del tema.
"La gente, donde quiera que vaya, me hace las mismas preguntas, y se enojan cuando les contesto", dijo. "En este momento, llegué al punto en que pienso 'que sea lo que sea'".
La decisión del dueño Jerry Reinsdorf, dijo Guillén, será lo que sea mejor para los Medias Blancas.
"No se trata de Ozzie, no se trata de Jerry", afirmó. "Será por el bien de esta organización y así es como tiene que ser".
Antes de esta temporada, se esperaba mucho de los Medias Blancas y su nómina salarial de 127 millones de dólares. Pero las malas actuaciones de jugadores como Adam Dunn y el puertorriqueño Alex Ríos dejaron a Chicago tercero en la División Central de la Liga Americana. /AP