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jueves, 29 de septiembre de 2011

Marlins sabrán a qué atenerse

Guillén
Por ahora, parece ser una luna de miel entre Ozzie Guillén y los Marlins. ¿Cuánto tiempo durará el romance?.



Ozzie Guillén tenía la reputación de ser un jugador agresivo: le gustaba ensuciarse el uniforme y, sobre todo, nunca quedarse callado, ya fuera ante un árbitro, un oponente o, incluso, un compañero de equipo.

Hoy, el manager está listo para mudarse, después de trece años como torpedero de los Medias Blancas de Chicago, donde fue novato del año en 1985, participó tres veces en el Juego de Estrellas, ganó un Guante de Oro y se convirtió en manager del club en 2004.

Liberado de su contrato, Guillén, de 47 años, se alista ahora para dirigir los destinos de los Marlins de Florida en la temporada 2012 donde, según los informes, será empleado por un período de cuatro años y $16 millones, renunciando a los $2 millones pendientes que aún le adeudaban los Medias Blancas.

El acuerdo incluye también el envío a Chicago de dos prospectos. Uno de ellos, el lanzador derecho Jhan Martínez, quien este año ponchó a 11,5 peloteros por cada nueve que enfrentó en la Doble A Jacksonville.

Ozzie conserva muy buenas relaciones con los propietarios de los Marlins, desde la época en que trabajó como coach de tercera base, durante los primeros años de Jack McKeon, el hombre que condujo el equipo al campeonato en 2003.

Se esperaba que McKeon anunciara su retiro después del miércoles, al finalizar la temporada regular de los Marlins, pero esto fue pospuesto hasta el lunes, luego que ambos equipos sellaran el acuerdo.

La pregunta que todos se hacen es: ¿Cuánto durará la luna de miel entre Guillén y los Marlins?
El venezolano es una atracción casi necesaria para un equipo cuyo único logro en la presente temporada fue acabar en el último lugar de la Liga Nacional, a 29 juegos de distancia de los Filis de Filadelfia.

El club tiene potencial en casi todo el diamante y a Guillén se le exigirá que continúe desarrollando jugadores al mayor nivel de la liga, a pesar que esto no sea su fuerte. En Chicago, jóvenes promesas como Gordon Beckham, Brent Morel y Josh Fields no prosperaron bajo su dirección.

En Florida, el explosivo venezolano tendrá desafíos mayores. Algunos de esos jóvenes están lesionados. El campocorto dominicano Hanley Ramírez se recupera de una cirugía en el hombro; Josh Johnson sólo lanzó 60 entradas en la temporada regular, aquejado también del hombro; y como si esto fuera poco, Leo Núñez no es Leo Núñez, sino al parecer, Juan Carlos Oviedo, y no tiene 28 sino 29 años, un conflicto de identidad que ha enviado al dominicano a una lista de espera forzosa.

¿Cuánto tiempo pasará hasta que las frustraciones provoquen la primera diatriba de Guillén? ¿Y por cuánto tiempo los Marlins estarán dispuestos a tolerarlo? Nadie lo sabe. Pero tenga en cuenta que Joe Girardi no pudo mantenerse mucho tiempo en la posta y prefirió marcharse a Nueva York, donde ganó un campeonato mundial con los Yankees. Y Fredi González tampoco aguantó y terminó en la dirección de los Bravos de Atlanta, actual comodín en la Liga Nacional.

Era obvio que la relación profesional y personal entre Kenny Williams, gerente general de los Medias Blancas, y Guillén, ya no avanzaría a ninguna parte. La paciencia se había agotado de ambos lados. Y cuando el dueño, el gerente general y el manager de un equipo no están en la misma página, se impone una separación para beneficio de todos.

Aunque no todos los managers se van de un equipo por una mala relación con la gerencia. Hay otros casos.
Cuando fui gerente general de los Rojos de Cincinnati, el manager Davey Johnson se marchó del club después de ganar dos temporadas consecutivas. ¿Por qué? Pues a Marge Scott, la dueña, le disgustaba que Johnson viviera con su novia sin estar casado. Ya sé que parece absurdo, pero la dueña es la dueña y al final se impuso su decisión. Fue lamentable, porque Dave y yo habíamos ganado dos títulos de división juntos, fruto de una extraordinaria relación de trabajo.

En su lugar empleamos a Ray Knight, quien fue despedido un año y medio más tarde durante la temporada 1997, con un pobre récord de 43 juegos ganados y 56 perdidos. Knight tenía un estilo de dirección intenso, a tal extremo que los lanzadores tenían que mirarlo constantemente durante sus turnos al bate. Su gestión, finalmente, no funcionó. Luego, con McKeon a la cabeza, quien fue llamado de forma interina, el club se relajó y la atmósfera se calmó, manteniendo un record de 30-33 el resto de la temporada.

Así que pienso que los Medias Blancas también responderán bien a una voz nueva al igual que los Rojos respondieron con McKeon.

Es fácil entender por qué Guillén no dejó pasar la oportunidad de este contrato. Se trata de una decisión de negocios de respeto, especialmente cuando la alternativa era un contrato de un año por $2 millones y sin garantías de que seguiría en Chicago.

Recuerdo cuando el manager Lou Piniella tuvo un enfrentamiento con Marge (la dueña de los Rojos) sobre aspectos de compensación y seguridad financiera, justo después de ganar la Serie Mundial de 1990, y Piniella, sin pensarlo dos veces y tras 90 juegos ganados en la temporada de 1992, firmó un contrato y se marchó a los Marineros de Seattle.

También existen los managers que no quieren trabajar a menos que se les garantice un contrato por varios años. Argumentan que de otra manera no serán respetados por los jugadores.

A principios de este año, Jim Riggleman renunció como manager de los Nacionales de Washington, porque los directivos se negaron a conversar sobre una extensión de su contrato. Así que con un récord de 38 ganados y 37 perdidos, y un núcleo fuerte de jugadores en pleno desarrollo, Riggleman se hizo a un lado, y acabó así prácticamente con su carrera como manager.

Guillén fue más listo que Riggleman, pues sabía que tenía a los Marlins en su bolsillo. De otra manera, no hubiera forzado su salida de Chicago.

Kenny Williams y Jerry Reinsdorf, gerente general y dueño de los Medias Blancas respectivamente, le pagaron bien a Guillén por su estadía y los 1.200 juegos que dirigió para Chicago. Juntos ganaron una Serie Mundial en 2005 e incluso visitaron la Casa Blanca. Pero eso fue hace seis años. Después de ganar 90 juegos en 2006, nunca más repitieron esa hazaña y el manager terminó con un récord negativo en dos de sus últimos tres años con el club.

Como sucediera con Ray Knight y su paso por los Rojos en 1997, los Medias Blancas dejaron de responder al estilo de dirección de Ozzie. El equipo perdió garra, los jugadores no corrían las bases, empobreció su defensiva y los más jóvenes tampoco se desarrollaron como se esperaba. Un cambio de voz y estilo de liderazgo deberá ayudar a los Medias Blancas a regresar a la contienda en 2012.
Mientras, en Miami, la colorida personalidad de Guillén aumentará las ventas de taquilla y aliviará el peso de la derrota, como solución a corto plazo.

Queda por ver si cuando termine la luna de miel, en medio del fogoso verano floridano, y el color y personalidad de Guillén se transformen en virulencia y veneno, los Marlins aún piensen si valió la pena.
De alguna manera, lo dudo.


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